Las autoridades reguladoras de todo el mundo (tales como la EPA de EE. UU. o la EFSA) establecen directrices y normas estrictas que incluyen evaluaciones de seguridad para garantizar que los residuos de sustancias fitosanitarias en los alimentos sean lo mínimo posible, situándose en todos los casos por debajo del umbral de preocupación. Los límites de exposición diaria tienen que ser al menos 100 veces inferiores a los niveles que han demostrado no tener efectos negativos en los estudios de seguridad.

Los niveles que a veces se encuentran en los alimentos son increíblemente pequeños y no se acercan a un nivel que deba preocuparnos. En su revisión de los límites máximos de residuos existentes para el glifosato, la EFSA expuso que: «[…] no se identifica motivo alguno de preocupación para los consumidores, debiéndose asimismo destacar las incertidumbres a causa de la falta de datos». Además, la FAO y la OMS concluyeron que es poco probable que la exposición a los residuos de glifosato plantee problemas de salud a los consumidores. Por último, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (en inglés, FDA) ha concluido que «los niveles de residuos de fitosanitarios en el suministro de alimentos de Estados Unidos están muy por debajo de las normas de seguridad establecidas», basándose en los resultados de su programa anual de pruebas de residuos (2018). La FDA tenía claro que los niveles de glifosato «se sitúan por debajo de los niveles de tolerancia establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (en inglés, EPA)».