La razón por la que el glifosato se utiliza de forma tan generalizada es que es igual de seguro y eficaz en la gestión de las malas hierbas invasoras cuando se utiliza siguiendo las instrucciones de uso. Si bien existen alternativas al glifosato, su eficacia sigue siendo un factor crítico para mantener la buena salud y productividad de los cultivos.

Las malas hierbas compiten con los cultivos plantados por los nutrientes, el agua, el oxígeno y la luz solar, y también pueden ser vectores de otros enemigos de los cultivos, como los insectos y las enfermedades. Esta lucha por la vida entre las malas hierbas y los cultivos ralentiza o impide el crecimiento de estos últimos, por lo que pone en peligro el buen resultado de la cosecha y los ingresos de los agricultores. El glifosato actúa de forma muy específica para controlar las malas hierbas invasoras y preservar el rendimiento de los agricultores.

En el caso concreto de algunos cultivos, se ha estimado qué efecto tendría la eliminación del glifosato. En el caso de algunos cultivos clave en Europa, el impacto en las cosechas sería grave:

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